Considerar la educación como un proceso integral en constante transformación es con seguridad la visión más coherente con la realidad de la misma. Pero esa transformación obedece más a la necesidad de ajustarnos a los cambios socioculturales y tecnológicos, a las exigencias de cada momento histórico, a la obligación que tiene la educación de responder a las demandas políticas, económicas, científicas y de toda índole, que requieren de individuos cada vez más competentes e idóneos para la sociedad del conocimiento.
En este orden de ideas, La Institución Educativa Ismael Contreras Meneses, en aras de mantenerse vigente en esta sociedad e impulsar el mejoramiento continuo, considera que la socioformación es un enfoque que se articula perfectamente con lo que exige la sociedad del conocimiento, que responde a lo esperado en el sistema educativo colombiano y propicia avances que generarían resultados mejores en las pruebas nacionales e internacionales y más allá, la formación de seres humanos con capacidad de influir positivamente en su contexto. Pero esto es posible en el marco de la educación actual y particularmente en la nuestra si empezamos a transformar con detenimiento, pero con paso seguro, la mentalidad de los actores del proceso a través de estrategias como la autoevaluación, el trabajo colaborativo, la comunicación asertiva, entre otras que permitan un proyecto ético de vida como lo expresa la socioformación.
El concepto de educación nuestro sitúa al estudiante como centro del proceso de formación, dentro de un contexto no sólo institucional, sino también social. Entendemos que este último posee una serie de problemas sobre los cuales debe influir el estudiante, “Esto significa que se debe actuar no solo en la persona que aprende y se está formando sino que de forma recursiva y dialógica hay que actuar también en el contexto social, político, económico, familiar e institucional”1
Nos estamos apropiando del enfoque socioformativo que impulsa metodológicamente y estratégicamente el trabajo colaborativo, que junto con la resolución de problemas del contexto potencia habilidades y permite el desarrollo de competencias. Un eje importante es el proceso evaluativo, el cual se encuentra acorde a la legislación educativa actual, pero en este ensayo queremos dejar sentado que a fin de ser consecuentes con nuestro deseo de mejorar vemos en la rúbrica un instrumento útil y dinámico a implementar en la evaluación de las evidencias.
De acuerdo con lo anterior, validamos la socioformación como el enfoque a seguir para reflexionar sobre nuestro obrar docente, replantear conceptos, prácticas, discursos y principalmente nuestra mentalidad hasta entonces muy marcada por el tradicionalismo. En consecuencia, la revisión de los planes de estudio y ajustes de los mismos es totalmente necesaria, sin obviar las directrices expuestas en el documento de los estándares de competencias.
Creemos, que si la socioformación brinda la oportunidad de avanzar en la búsqueda de la calidad educativa no podemos estar ajenos a ella, máxime si coadyuva en la concreción del proyecto ético de vida desde la visión de este enfoque. Verla como una oportunidad de cambio, entenderla en sus principios y conceptualizaciones, aplicarla, es estar en el futuro.
1. TOBÓN, S. (2013). Formación integral y competencias. Pensamiento complejo, currículo, didáctica y evaluación. Bogotá: Ecoe ediciones. p.24
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